LA DEL SOTO DEL PARRAL
(R. Soutullo y J. Vert)
Del 21 de octubre al 22 de noviembre de 2010
Teatro de la Zarzuela (Madrid)
Crítica del montaje
El Teatro de la Zarzuela ha elegido abrir su temporada 2010-2011 con una obra de las llamadas de repertorio, es decir, aquellas zarzuelas que el público seleccionó en la época final de nuestro género lírico por causas relacionadas con los aspectos exclusivamente musicales de dichas obras, y más específicamente, por el hecho de la cantabilidad o retención melódica de algunos de los números que las componían.
Esta nueva producción de La del Soto del Parral de los maestros Reveriano Soutullo y Juan Vert que presenta el coliseo de la Calle Jovellanos cuenta con una solvente dirección de escena debida a Amelia Ochandiano, una directora no cogida por sorpresa en el mundo del teatro lírico español. La visión que ha querido transmitir en este Soto es clara y nítida: "todo lo cría la tierra". Ha concebido la obra basándose en sus mismas esencias teatrales y argumentales: la recia tierra segoviana y las gentes apegadas a ella, el arraigo y la noble tradición castellana. Por ello, encontramos ya desde el mismo comienzo del montaje que todo nace de la tierra, la propia casa de labranza de los amos del soto (Aurora y Germán) surge de la profundidad, de las fértiles raíces del campo segoviano.
Otra de las particularidades del montaje escénico es el aprovechamiento de los recursos en un magistral ejercicio de economía de medios (recordemos que este año el recorte presupuestario del Teatro de la Zarzuela ha sido de un 12%): una parte del propio suelo del Soto sirve en el acto segundo como tejado de la casa de su ama Aurora. Quizá la inclinación de ese suelo campestre hace un poco menos fluido el movimiento escénico de los figurantes.
Un campanario suspendido en el aire con una imagen o talla virginal presencia y preside durante las dos horas de representación los desconsuelos de los amos del parral y el regocijo pre y posmatrimonial de la simpática pareja cómica.
Según Ochandiano, algunas de las partes del texto original de la zarzuela han sido acortadas debido a la excesiva redundancia argumental, pero respetando siempre la integridad de la obra.
La parte musical de la zarzuela imbrica dos lenguajes claramente diferenciados. De una parte el folclórico o regional (por ello La del Soto del Parral es uno de los títulos de zarzuela regionalista), con los cantos populares extraídos del folclore segoviano, y por extensión, castellano (expresados fundamentalmente en el coro, alma popular por excelencia).
De otra el lenguaje musical de fuerte inspiración operística, y más concretamente, verista (la obra es un notable ejemplo en nuestra lírica de verismo italiano tardío, véase el mismo comienzo con las campanas, que recuerda al de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni), caracterizado por una rica y variada orquestación así como un destacado dramatismo no exento de cierto lirismo en las voces.
Destaca en esta producción la recuperación en el acto II de la romanza de Miguel, que es la misma pieza en lo musical (la letra es completamente distinta) del "Bella enamorada" de la zarzuela El último romántico, también del binomio Soutullo y Vert. Esta romanza fue suprimida en las primeras funciones del estreno de la obra en 1927 por razones no unánimente aceptadas por los críticos, y que un año después reciclarían los maestros para el personaje de Enrique del Último Romántico.
El equilibrio vocal fue destacable en el reparto al que asistió el que escribe estas líneas. La soprano María Rodríguez, como Aurora, se mantuvo en todo momento en su papel de legítima propietaria del parral y alcanzó cotas de enorme expresión dramática (tanto en lo actoral como en lo musical) en su dúo con Miguel del Acto I o el contrapuntístico y complejísimo, técnicamente, concertante del acto II, donde su voz se elevó por encima de todos. Encontramos en ella, no obstante, un exceso de emisión sonora y cierto abuso del vibrato en los ataques de las notas más dramáticas.
El barítono Juan Jesús Rodríguez como Germán, fue ayudado actoralmente por su porte y su elevada estatura en las escenas en las que se encara con su presunto "rival amoroso" Miguel. En lo vocal, fue de aclamar sobre todo su interpretación de la memorable romanza de Germán del primer acto y el magistral dúo con Aurora del segundo.
Quizá el triunfador indiscutible de la noche fue el tenor Antonio Gandía, que alcanzó niveles de exaltada expresión canora en el dúo con Aurora del I, la romanza del II (la del Bella enamorada con distinta letra) y el concertante final.
La pareja cómica cumplió satisfactoriamente con la recreación que siempre en las zarzuelas se confía a este tipo de personajes, en este caso unos entrañables novios segovianos, Catalina y Damián, personificados por la actriz-cantante Aurora Frías y el tenor cómico Didier Otaola.
En los papeles eminentemente actorales, Tío Sabino (el médico del Soto) y Tío Prudencio (el Romancero del lugar), forman un tándem perfecto Luis Álvarez y Luis Varela, respectivamente, pareja de luises que hacen sacar más de una sonora carcajada al espectador en sus magistrales caracterizaciones de tipos cómicos netamente rurales.
El joven director Rubén Gimeno, debutante en el Teatro, cumplió eficazmente al subrayar sobre todo los aspectos con más fuerza dramática u operística de la obra al frente de la Orquesta Titular del Teatro de la Zarzuela, la de la Comunidad de Madrid. A su coro, como en otras ocasiones, no se le puede exigir más, sigue cumpliendo con labor sobresaliente tanto las escenas más amables y populares (ronda de enamorados, coro de la consulta -donde cómicamente, el barítono Luis Álvarez hace una auscultación médica "poco ortodoxa" de las coristas femeninas) como las de elevado dramatismo.
En definitiva, el Teatro de la Zarzuela ha recogido una buena cosecha al sembrar en este Soto del Parral.
1 comentario:
http://zarzuelasdecoleccion.blogspot.com/search?q=la+soto+del+parral
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