Como señala el programa de mano, Candide es el tercer musical del emblemático director de orquesta, compositor y pianista norteamericano Leonard Bernstein, que se estrenó en Broadway en 1956, un año antes de que viera la luz su obra para este género más famosa, West Side Story. Candide está basado en Cándido o el optimismo (1759) del filósofo ilustrado francés Voltaire, un tratado satírico sobre el buenismo del ser humano. La dramaturga Lillian Hellman fue la encargada de trasladar el mensaje de la obra original a nuestros días.
Bernstein, junto a otros escritores y poetas encargados de los textos de las songs, elaboró esta opereta-musical que podemos conocer en disco gracias especialmente a la grabación revisada de la partitura que efectuó el propio Bernstein para el sello Deutsche Grammophon con la London Symphony Orchestra en el mismo año de su fallecimiento, 1990, junto a destacados intérpretes vocales de la historia del disco, como los ya veteranos tenor Nicolai Gedda y mezzo Christa Ludwig, la soprano June Anderson o el cantante cómico Adolph Green.
En esta historia, el joven e inocente Candide tendrá que recorrer medio mundo, expulsado desde su idílica mansión de Westphalia, pasando por Bulgaria, Lisboa, París, Roma, El Dorado, Buenos Aires... intentando encontrar a su amada Cunegunda (reconvertida según cada uno de sus destinos en vulgar cabaretera fetichista de las joyas, esclava oriental, etc) siempre con la máxima que su profesor, el doctor Pangloss (seguidor de las teorías del filósofo Leibniz) le ha inculcado: vivimos en el mejor de los mundos posibles, y todo lo que se hace en él es por el simple hecho del bien de la humanidad. Cuán equivocado estará en sus ideales el joven Candide cuando todo lo que encuentra por el mundo es perversión, miseria, codicia y corrupción.
En esta producción los textos originales de los cantables en inglés han sido traducidos enteramente al castellano y se percibe en muchos de ellos un importante trabajo de adaptación y traslación del texto a expresiones propias por el miembro de Tricicle. Mir ha planteado otro montaje viajero al estilo de su ya famosa producción de Los Sobrinos del Capitán Grant del Teatro de la Zarzuela, aunque no con la fastuosidad escénica de ésta, ya que se ha optado escénicamente por un sólo decorado de un mapa mundi con el dibujo de perfil de la cara, suponemos, del filósofo francés; por incluir una vez más a la orquesta dentro del escenario (como en Amadeu de Boadella y otros montajes musicales que ha ofrecido este Teatro) y colocar en primer término tres escalones en forma piramidal, que sirven literalmente para todo lo que va aconteciendo en el escenario. Las posibilidades escénicas de la sala son limitadas, el presupuesto, suponemos que mucho más.
Por ello, tanto los protagonistas como los miembros del coro utilizan objetos de uso común para simular situaciones complejas y así resolver las exigencias del libreto, todo ello planteado disparatadamente para producir una risa fácil en el espectador. Porque lo que destaca de este musical es el carácter enormemente disparatado y surrealista de las situaciones, así como los toques de erotismo y picardía sexual que encontramos por doquier. Podemos decir que esta es la versión "golfa" de Los Sobrinos, porque aunque Candide es un joven inocente, todos los que están a su alrededor no son nada de eso. Aun así, no se puede decir que sea un montaje provocativo, aunque sí lleno de grandes dosis de sarcasmo e ironía mordaz.
La obra original sirve para parodiar y ridiculizar aspectos sociales y sobre todo religiosos de la época de Voltaire que Paco Mir aprovecha sin piedad: como la escena del Autodafé, donde el coro da saltos de alegría alabando a la Santa Inquisición por ejecutar a los herejes, cantando a ritmos sincopados. O en una escena hablada donde un eclesiástico pide a un dirigente argentino una esclava de su propiedad que se ha enterado de que es un hombre disfrazado -no es otro que el hermano de Cunegunda-, para las propias "necesidades" de su Paternidad; o en otra donde Cunegunda es compartida a la semana por un arzobispo y un Gobernador. Cada cual vea lo que desee ver.
La música de Bernstein es sello de la casa: dinámica, rítmica, melódica. Aunque la chispeante obertura se ha hecho celebérrima en las salas de concierto, Candide posee otros números de gran interés: los sentimentales monólogos de Candide reflexionando sobre su vida y la sociedad, los almibarados dúos entre Cunegunda y Candide; las arias de Pangloss o Martin (ésta última con presencia de carcajadas irónicas sobre la bondad e igualdad del mundo); el aria de las joyas de Cunegunda con sus ridículos y exagerados gorgoritos que parodia las óperas belcantistas italianas y por qué no, hasta el propio aria de las joyas de Margarita del Fausto de Gounod; el descacharrante Tango de la Vieja Dama cuya letra incluí aquí; las transiciones orquestales (El Paris Waltz o la música de El Dorado) o los números de conjunto (tercetos, cuartetos) entre los personajes principales y/o los secundarios. En suma, una opereta que no tiene nada que envidiar al anteriormente aludido musical reconvertido en legendaria película por Robert Wise en 1961.
La música de Bernstein es sello de la casa: dinámica, rítmica, melódica. Aunque la chispeante obertura se ha hecho celebérrima en las salas de concierto, Candide posee otros números de gran interés: los sentimentales monólogos de Candide reflexionando sobre su vida y la sociedad, los almibarados dúos entre Cunegunda y Candide; las arias de Pangloss o Martin (ésta última con presencia de carcajadas irónicas sobre la bondad e igualdad del mundo); el aria de las joyas de Cunegunda con sus ridículos y exagerados gorgoritos que parodia las óperas belcantistas italianas y por qué no, hasta el propio aria de las joyas de Margarita del Fausto de Gounod; el descacharrante Tango de la Vieja Dama cuya letra incluí aquí; las transiciones orquestales (El Paris Waltz o la música de El Dorado) o los números de conjunto (tercetos, cuartetos) entre los personajes principales y/o los secundarios. En suma, una opereta que no tiene nada que envidiar al anteriormente aludido musical reconvertido en legendaria película por Robert Wise en 1961.
Para que un montaje donde el ritmo escénico nunca decae, donde la acción musico-teatral se desarrolla sin solución de continuidad y donde la frescura domina cada situación, se requiere un buen equipo de trabajo. No se podría hablar en detalle de cada uno de los personajes, a cada cual mejor, a pesar de ser un ensayo general que Paco Mir no ha interrumpido en ningún momento. Parece que Toni Comas se mueve como pez en el agua con cualquier papel que le den. Lo mismo hace de Amadeo Vives, que de Jesucristo Superstar en la ópera Yo, Dalí de Xavier Benguerell o que de este cándido personaje, alegre, desenfadado y a veces ridículo, con una voz de tenor con no muchos armónicos pero bastante bella, bien colocada, muy apreciable en los tres tristes monólogos que entona en toda la obra.
Como su partenaire, una pizpireta, fresca y juvenil María Rey-Joly, que aún conserva en su interpretación hablada de Cunegunda la cursilona Miss Ketty de Los Sobrinos de la Zarzuela, pero que la hace aún más más encantadora, tanto actoral como vocalmente. Está magnífica en el aria de las joyas donde alcanza los caprichosos y paródicos agudos de la pieza de Bernstein con facilidad pasmosa mientras se retoza en sus diamantes y collares.
Eva Diago como la Vieja Dama polaca destila gracejo y salero en el escenario por los cuatro costados y se marca ese políglota Tango con una gracia flamenca de infarto, aunque en este caso para este papel no se ha cuidado mucho la pureza vocal lírica, como en las grabaciones de la pieza por Christa Ludwig y la reciente de Elina Garanca para su disco Habanera, ya que Diago no es una mezzo, sino una estupenda actriz.
Se ha precisado de un narrador que va contando la historia, pero no es un mero contador pasivo de la misma, sino que se implica en ella como un personaje más (doctor Pangloss). Se ha contado para tal labor más que acertadamente con un genial y entrañable exponente del mundo del teatro lírico: el tenor cómico don Jesús Castejón, digno de admiración tanto como sus padres, los iniciadores de la saga teatral que representa su apellido. Castejón es un magnífico maestro de ceremonias, que marca el ritmo de la historia, contextualizando la época histórica y encarnando al viejo profesor de Candide, Pangloss. Se ve que se lo pasa bomba montándose en su atril de narrador como si de un patín se tratara.
Especial mención merecen los secundarios, a algunos de los cuales se les ha requerido, como al propio coro, un increíble ejercicio de dosdoblamiento por la gran cantidad de personajes que posee este musical: Axier Sánchez como el engreído Maximilian, Anna Mateu como la atractiva criada Paquette; el tenor cómico Juanma Cifuentes, con la habilidad de poseer el carácter incisivo y la entonación adecuada de los diferentes personajes que interpreta, ridículos y megalómanos en su mayoría; Xavier Ribera Vall (otro actor de Los Sobrinos), también en diferentes personajes, entre otros: militar, monje y mendigo; y César San Martín, como Martin y un capitán.
El musical requiere de una gran presencia coral y el juvenil Coro de la JORCAM realiza un encomiable trabajo de coordinación y coreografía además del desdoblamiento citado, ya que muda de vestidura a cada momento, en cada una de las escenas. La no menos joven Orquesta de la JORCAM se implica e interactúa con los personajes gritándoles o imprecándoles bajo la batuta de un ágil y marchoso Manuel Coves.
Con este montaje, Candide se equipara (tanto en puesta en escena como en traslación lingüística) a los grandes musicales del repertorio de este género. Una verdadera lástima que los Teatros del Canal hayan apostado por él cuatro únicos días de representación.
Vídeo promocional
Noticia de Efe sobre Candide
La rueda de prensa fue totalmente atípica, Mir, Rey-Joly y Comas, junto a Boadella y Coves, optaron por irse hasta el mismísimo Parque del Retiro para la presentación del montaje, embarcados en una canoa, en plan peli romántica de los 60. No hay mejor manera de simbolizar lo de "vivir en el mejor de los mundos posibles".
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