viernes, 1 de junio de 2012

Zarzuela para una nueva vía

En la década de 1880 se estableció en la población madrileña una controversia entre los defensores y los detractores de la creación de una gran avenida que sirviese para descongestionar y modernizar el centro de Madrid, librándolo de las innumerables callejuelas de las que estaba plagado.

El proyecto de crear una Gran Vía madrileña (iniciado por el arquitecto Carlos Velasco en su “de prolongación de la calle Preciados, describiendo una gran avenida transversal este-oeste entre la calle de Alcalá y la plaza de San Marcial”) hizo pensar al empresario y político Felipe Ducazcal, dueño del veraniego Teatro Felipe, la composición de una revista musical de actualidad para ser representada en su propio teatro, del que era propietario y que estaba ubicado en el Paseo del Prado, junto a las verjas del Retiro, en una de las esquinas del actual Palacio de las Comunicaciones. Este Teatro construido en madera ofrecía espectáculos ligeros y entretenidos a un público ávido de diversión y de carcajada.

Ducazcal, por cuyas extraordinarias aventuras podría muy bien haber sido protagonista de una novela, había sido miembro de la siniestra "partida de la porra", que en pleno Sexenio Revolucionario asaltaba redacciones de periódicos no afines al gobierno del general Prim. En esta partida se inspiró el autor de la opereta La Corte de Faraón, Don Vicente Lleó, para la composición de su obra La partida de la porra, de 1910.

Entre esa polémica generalizada acerca de si Madrid necesitaba o no una gran avenida, surgiría la idea del libreto, que fue realizado por el periodista y escritor Felipe Pérez y González, encargándose de la composición musical los compositores Federico Chueca y Joaquín Valverde. El maestro Chueca, debido a su escaso entendimiento en técnica musical, se ocupaba de la invención melódica de las obras, mientras que su colaborador Valverde acometía la armonización e instrumentación de las mismas. Es conocida la disputa que existía siempre entre las mujeres de ambos, acerca de sobre quién residía el verdadero mérito de las zarzuelas que componían ambos.

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