La obra ya había sido puesta en escena de forma revisada en la Ópera de Santa Fe en 2005 y en el Festival de Ravinia de Chicago el 14 de junio de 2006, pero ha sido el reciente contacto de Sellars con la veterana actriz Nuria Espert tras el programa doble de Iolanta de Tchaikovsky y Perséphone de Stravinsky (elaborado por Sellars hace unos meses también para el Real) lo que ha llevado al director estadounidense a realizar esta nueva versión con la catalana, una "versión evolucionada", como ha manifestado.
La obra de Golijov, con libreto de David Henry Hwang traducido al castellano por el propio compositor argentino, está conformada por un acto y tres imágenes poéticas sin interrupción, y se presenta como un homenaje simbólico a uno de los mejores poetas españoles del siglo XX, Federico García Lorca. Aunque la obra no posee un argumento al uso, la historia gira en torno a la relación profesional del poeta granadino con la mejor de sus intérpretes teatrales, la actriz Margarita Xirgu, exiliada en Uruguay durante la dictadura franquista, y que es idealizada a través de una de las grandes creaciones femeninas del poeta, Mariana Pineda, heroína revolucionaria símbolo de la libertad de los pueblos, que fue ejecutada en 1831. Por otro lado, se presenta el fatal desenlace del poeta tras ser denunciado y acusado por la Falange, sin entrar en causas de naturaleza histórica.
La poesía es por tanto el imprescindible vehículo a través del cual se mueve esta nueva versión de la obra, a la que no podemos calificar de ópera en sentido estricto, sino de drama lírico. La poesía desnuda es asimismo la transmisora de los sentimientos expresados en el drama. Espert da vida a una madura Margarita Xirgu, que contempla y presencia en actitud ansiosa los hechos pasados recitando a lo largo de las tres imágenes versos descarnados y profundos del poeta de Fuentevaqueros, pertenecientes a sus diez poemas del Diván del Tamari. El personaje de Xirgu está desdoblado vocalmente por la soprano Jessica Ribera. como la exitosa actriz joven durante su etapa artística con Lorca.
El autor musical ha optado por una antigua convención operística: travestir al personaje que interpreta al poeta; aquí es la mezzo Kelly O'Connor la que lo encarna. Tanto O'Connor como Ribera compiten en potentes graves. La soprano Nuria Rial es Nuria, una de las alumnas de Xirgu; el bailaor Marco Berriel es Ramón Ruiz Alonso, el falangista que ordenó arrestar a Lorca y se encargó de fusilarle, desdoblado por el cante de Jesús Montoya, emitido desde uno de los palcos. El reparto vocal se completa con los secundarios Miguel Ángel Zapater como José Tripaldi, David Rubiera como un maestro y Ángel Rodríguez como un torero, dos hombres que fueron pasados por las armas en Granada junto a Lorca aquella fatídica madrugada de agosto de 1936. El título de la obra, Ainadamar, hace referencia a una palabra árabe cuyo significado es "fuente de las lágrimas", y representa el lugar solitario donde supuestamente el poeta fue fusilado.
El coro (únicamente de voces femeninas) ejerce la tradicional función escénica que le era encomendada en la tragedia griega: presencia los hechos y los comenta dramáticamente, empatizando con los que van a sufrir un destino cruel, además de realizar expresivos movimientos coreográficos, en su gran mayoría de baile flamenco, liderados por el soberbio bailaor Jesús Montoya, que representa simbólicamente al falangista Ruiz Alonso. Todo estos elementos están apoyados por una multicolor escenografía a cargo del muralista mexicano Gronk en la que únicamente muestra paredes y suelo pintados con pinturas expresionistas, con un sistema de iluminación que acrecienta el dramatismo y la tenebrosidad de las imágenes oníricas que discurren por el escenario.
Y es que la sensación de estar asistiendo a un sueño, o más aún, al desarrollo de una pesadilla, es palpable (sobre todo en el reflejo alegórico del fusilamiento de Lorca junto a un profesor y un torero), y los personajes femeninos se muestran en casi todo momento mentalmente transtornados o enajenados por la fuerte expresión de sentimientos que se transmiten unos a otros. El martirio de Lorca parece la agonía de la Pasión de Cristo, con dos mujeres sufriendo al lado del poeta, como la Virgen y María Magdalena, y el maestro y el torero, los dos ladrones que crucifican a ambos lados del Mesías-Lorca. Hay que reconocer que la obra, junto a su puesta en escena, consigue la sensación de katarsis en el espectador.
Señalar la inesperada sorpresa u ocurrencia escénica casi al final de la obra, cuando el provocador Sellars, sabiendo del desconcierto que causará, abre la pared del fondo del escenario permitiendo ver a los espectadores las bambalinas al desnudo y la cristalera que muestra el exterior de la Plaza de Isabel II, un símbolo alegórico en cierta medida de la esperanza de libertad que, cual sacrificio trascendental, consiguen las muertes de Lorca y Pineda-Xirgu. La sensación de magia hipnótica se viene abajo cuando se ve circular al rojo autobús de los turistas, tan popular en el centro de Madrid.
Musicalmente, la obra de Golijov combina diferentes géneros y estilos musicales, que le acercan a la música ligera de hoy en día. A excepción de aislados efectos armónicos, Golijov utiliza siempre la tonalidad para crear líneas melódicas. Así encontramos música flamenca en sus diferentes variantes (cante, toque guitarrístico, palmas...), música de raíz sudamericana con sincopados ritmos (habanera, danzón, -tocada con instrumentos típicos de percusión del folclore caribeño-), música de inspiración oriental (uso de la escala andaluza), lo que da cierto carácter exótico a la pieza, y cierta inclinación por el minimalismo no integral.
Hay que recordar que Golijov es compositor de bandas sonoras de algunos de los films del director americano Francis Ford Coppola. La música de cine se hace por tanto muy presente en esta obra lírica para crear tensión dramática en la orquesta. El compositor también crea texturas armónicas y vocales tejidas mediante contrapuntos y hace uso del leitmotiv. Escuchando la caballeresca fanfarria inicial sobre nota pedal parece que el argentino se hubiera inspirado en la Nana de las Canciones Populares Españolas de Falla. El ritmo es muy importante, ya que la música emerge en muchas ocasiones a partir de pequeñas células rítmicas en pianissimo.
La orquestación, ora colorista y exhuberante, ora intimista y recogida, con el apoyo de la electrónica, es capaz de reflejar y ambientar las situaciones que el libreto impone. Algunos pasajes orquestales funcionan a modo de interludios. El gran problema de imbricar vocalidad-textualidad inherente a la ópera contemporánea se percibe a veces en el tratamiento de las voces líricas. En ocasiones son usadas como si de un madrigal renacentista se tratase (de hecho a Golijov se le ha denominado un tanto exageradamente "el madrigalista del siglo XXI"), en otras como si fuera la canción melódica de un musical, oscilando y alargando las notas hacia el infinito.
No se puede hablar de números cerrados tradicionales, ya que no existen. Son ambientaciones musicales, paisajes o bandas sonoras a las visiones o imágenes simbólicas que discurren por el escenario, muchas de esas ambientaciones, no obstante, bastante extensas en duración, ya que, en su mera función contemplativa de la narración, se recrean y se autorecrean constantemente en reiterativas fórmulas sonoras.
Como principal tema musical, usado cíclicamente en la introducción a cada una de las imágenes (aunque todo el drama se desarrolla sin solución de continuidad), se escucha la llamada Balada de Mariana Pineda por un coro de mujeres-niñas que evoca el trágico día en Granada de la muerte en el cadalso de la heroína revolucionaria, que hace extensible a las muertes de Lorca y de la actriz Xirgu. De hecho, argumentalmente la obra establece paralelismos entre la muerte de Pineda y la de Lorca, como símbolos de la libertad, y que con la muerte de la propia Xirgu, tras haber mantenido vivas durante la etapa franquista las obras teatrales del poeta en el exilio, acrecienta y trascendentaliza el espíritu libertario de ambos personajes.
En muchas ocasiones es simplemente una oscura nota pedal del contrafagot y otros instrumentos (similar a la que abre Así habló Zaratustra de Richard Strauss) la que mantiene la tensión dramática del espectáculo sirviendo cual colchón para que la gran Espert, recitadora como pocas en la escena teatral española, lance al auditorio con quebrada voz los emocionantes versos del autor de Yerma.
Toda la parte sonora del espectáculo (orquesta, voces y elementos acústicos ambientales pregrabados como goteos de agua, trotes de caballo, cuchicheos, gemidos...) han sido amplificados electrónicamente, con lo que se consigue un nivel sonoro general de gran efectismo, aunque antinaturaliza en cierta medida la emisión de las voces líricas. Realmente efectivas las dos ocasiones en que se escucha sobre exótica música la voz de Antonio Labad en 1936 por Radio Falange leyendo la arenga anticomunista de Millán Astray con el estremecedor lema legionario "¡Viva la muerte!".
Y esto es Ainadamar: un alegórico y simbólico alegato de la libertad en su más amplia extensión sirviendo como excusa argumental el martirio del poeta de Fuentevaqueros. Todo ello aderezado con bases musicales actuales y ligeras: desde el flamenco a la música latina tamizadas por una personal vocalidad. Una inclasificable obra musical escénica y posmoderna que conjuga estilos musicales de fácil escucha. En ningún caso una ópera, sino un concepto distinto de teatro cantado. (Golijov obtuvo dos premios Grammy en 2007 por la mejor grabación de ópera en el sello Deutsche Grammophon y por la mejor composición clásica contemporánea).
Comentario del ensayo general (6/7/2012)
Comentario del ensayo general (6/7/2012)
La grabación de Ainadamar (2006), aquí.
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