Un verano más los aficionados hemos vuelto a tener zarzuela en ese entorno incomparable de los madrileños Jardines de Sabatini, dentro de
la programación de los Veranos de la Villa.
Huelga decir que aún nos encontramos en duros tiempos de
crisis y que las programaciones municipales en el terreno de la cultura se ven
en la necesidad económica de contar con escasos recursos presupuestarios
destinados a los espectáculos teatrales. Como siempre, la inteligencia reside
en hacer mucho con pocos medios, y al menos hasta ahora parece que así está
siendo. Al menos con lo que la zarzuela se refiere, ya que es de agradecer y
algo casi obligatorio que cada año se ofrezca al menos un título lírico en el
escenario de Sabatini.
En contraste con el año anterior, cuando se nos ofreció una disparatada e inteligente puesta en escena de La Corte de Faraón de Lleó con firma del gran Jesús Castejón, en este caso se ha vuelto a recuperar un título que representa lo más castizo, popular y representativo de esa modalidad de género chico como es La Revoltosa del maestro alicantino Ruperto Chapí. Para ello se ha vuelto a contar con el impecable y digno trabajo de una de las compañías privadas que a día de hoy más esfuerzos están haciendo por mantener nuestro teatro musical, Ópera Cómica de Madrid, que dirige desde hace décadas el también actor-cantante Francisco Matilla, experimentado hombre de teatro lírico donde los haya.
En contraste con el año anterior, cuando se nos ofreció una disparatada e inteligente puesta en escena de La Corte de Faraón de Lleó con firma del gran Jesús Castejón, en este caso se ha vuelto a recuperar un título que representa lo más castizo, popular y representativo de esa modalidad de género chico como es La Revoltosa del maestro alicantino Ruperto Chapí. Para ello se ha vuelto a contar con el impecable y digno trabajo de una de las compañías privadas que a día de hoy más esfuerzos están haciendo por mantener nuestro teatro musical, Ópera Cómica de Madrid, que dirige desde hace décadas el también actor-cantante Francisco Matilla, experimentado hombre de teatro lírico donde los haya.
Esa voluntad de hacer prevalecer las esencias y lo original
de nuestra zarzuela vuelve a demostrarlo Matilla en esta clásica, fresca,
limpia y nada chirriante producción donde también ha dado vida a uno de los
personajes del feliz sainete escrito por José López Silva y Carlos
Fernández-Shaw: el sastre Cándido, el más maduro de los pretendientes de Mari
Pepa que en cierta medida le entronca con el viejo boticario Don Hilarión de La verbena de la Paloma de Tomás Bretón. En su modélica caracterización
se pone de manifiesto que Matilla conoce a la perfección los entresijos no sólo
de su gracioso y trasnochado personaje (al que ha interpretado en repetidas ocasiones,
llegándolo a grabar en disco bajo la batuta del maestro Miguel Roa junto a
voces de la talla de Plácido Domingo y María Rodríguez), sino de todo el entresijo
escénico de esta alocada hora de celos y enredos amorosos.
Tanto es así, que no ha querido ofrecer una Revoltosa al uso, sino que como
acertadísimo recurso dramatúrgico-teatral el director de Ópera Cómica ha realizado una introducción de unos
25 minutos para contextualizar de forma didáctica el momento histórico y
artístico en que este inmortal sainete se estrenó en 1897, ya que en ese mismo
año vieron la luz otras tres joyas del teatro por horas: La boda de Luis Alonso de Giménez, La viejecita de Fernández Caballero y Agua, azucarillos y aguardiente de Chueca y Valverde. De hecho, el
mundialmente conocido intermedio de la primera abre majestuosamente la función,
dando oportunidad a los bailarines de desarrollar los elegantes pasos de baile flamenco
que tan bien ha diseñado ese maestro de la coreografía como es José Antonio, volviendo
a lucir al ballet de nuevo en el garboso intermedio de la obra de Chapí. Integrantes
de la propia compañía Ópera Cómica son los encargados en esa introducción de
informar a los espectadores acerca de los principales acontecimientos líricos de
ese año tan señalado para el género chico, regalándosenos además por varios
solistas el femenino pero viril brindis de la segunda obra mencionada y el
retrechero pasacalle final del pasillo veraniego de Chueca, antes de que La
Revoltosa y su arrebatador preludio cobren protagonismo
absoluto de la escena, bajo la batuta del joven maestro Óliver Díaz, el cual
mantuvo una dirección bastante equilibrada aunque quizá demasiado discreta, sin pecar de grandilocuencias ni
efectismos, al frente del Ensemble Instrumental de Madrid, algunos de cuyos
solos eran especialmente captados por la megafonía, ese mal tan necesario en
los espectáculos de Sabatini.
Fotografia de Javier Camporbin
Sabemos que para que una obra como La
Revoltosa, tan continuadamente representada gracias a su enorme
éxito alcanzado desde el día de su estreno, no pierda el lustre y el gracejo
inherentes a su misma condición de obra maestra del género chico, es necesario
un equipo actoral y vocal que la defienda con justicia, y para ello, Matilla ha
contado con un solvente equipo de colaboradores: desde la joven
soprano Irene Palazón, de una emisión dulce y fresca, sin duda lo mejor a nivel
vocal de todo el reparto, dando sobradas muestras de seguridad y desenvoltura escénica como la protagonista Mari Pepa, en compañía del
barítono Gerardo Bullón en el sufridor Felipe, un cantante al que en otras producciones de zarzuela se le ha visto dar vida a papeles comprimarios pero que en este caso ha tenido la oportunidad idónea para
que extrajera todo su potencial actoral; hasta la experiencia teatral
ya consolidada de artistas como el tenor Ricardo Muñiz en Tiberio o la enormemente
realista Gorgonia de Trinidad Iglesias. El propio Francisco Matilla alcanzó en su chistoso diálogo
con ella cotas de una gracia sin igual. Muy reseñables el no demasiado maduro señor Candelas de Javier Ibarz y el Atenedoro de Alejandro
González, así como la correcta participación de los niños. Aunque sobria, cumplió sobradamente la Soledad de la mezzo Ana María
Hidalgo en sus Guajiras, sin concesiones a lo chabacano, algo que en
general ha definido a esta cuidada y limpia Revoltosa cuya inmejorable tramoya escénica ha sido como siempre ese deslumbrante Palacio Real completamente iluminado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario