La joven violonchelista estadounidense Alisa Weilerstein (Rochester, 1982) visitaba Madrid en este concierto de abono de la Orquesta Sinfónica de RTVE dirigido por la batuta invitada del maestro ucraniano Kirill Karabits
(Kiev, 1976) para ofrecernos uno de los conciertos dentro del gran
repertorio para su instrumento con el que prácticamente se está
convirtiendo en una de las mayores especialistas a día de hoy, el de Edward Elgar. Recordemos su grabación discográfica de este concierto junto al de Elliott Carter con su especial mecenas musical Daniel Barenboim y la Staatskapelle de Berlín para el sello Decca.
Viendo y escuchando tocar a la chelista
de Rochester se demuestra la profunda sensibilidad y delicadeza que
transmite en pasajes como el íntimo Adagio central, donde los pianissimi de
su instrumento de cuerda (cuya sonoridad es envolvente y sumamente
cálida) parecen casi susurrar al oído del espectador. Sin embargo, su
propuesta es más poética que incisiva, no se percibe ni demasiado
enfática ni especialmente arrebatada en momentos como el Moderato inicial, aunque Weilerstein desgrana con suma habilidad y precisión el acusado virtuosismo del Allegro ma non troppo
conclusivo, un discurso que a veces se percibe muy tenue, ora por la
levedad de la digitación de la chelista, ora por la fusión con el
torrente orquestal que expandía el maestro de Kiev, en cuyo
acompañamiento optó por vivaces tempi. La propina de un
fragmento de una de las suites para violonchelo solo de Bach con que
obsequió Weilerstein al público corroboró la extrema concentración
emocional que puede llegar a alcanzar la instrumentista hasta dejar
prácticamente sin aliento al auditorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario