Resulta verdaderamente llamativo que en
la segunda parte de este concierto se dieran cita dos obras que en plena
carrera espacial de la década de los 60 fueron puestas al servicio de
la ciencia ficción ideada por Stanley Kubrick en su mítica película 2001: Una odisea en el espacio.
Y es que quizá no ha existido nunca en la historia del séptimo arte una
pieza tan impactante de música contemporánea en aquel 1968 comparable a
la que da inicio al film, utilizada magistralmente por el director
británico durante más de tres minutos sin necesidad de que aparezca nada
en la oscura pantalla, concediendo único protagonismo al inquietante
ambiente sonoro producido por esas rugosas texturas e interminables
clústers de las Atmósferas de Gyorgy Ligeti, que nos remontan visual y oníricamente a la protohistoria de nuestro proceso evolutivo como seres humanos.
Y así como Kubrick interrumpe la propia
evolución discursiva de la extrasensorial obra de Ligeti para ceder paso
inmediatamente a la imponente introducción del poema sinfónico Así habló Zaratustra de Richard Strauss para mostrar el título de crédito inicial de la película, de esa misma forma pretendió sabiamente el maestro uruguayo Carlos Kalmar
ofrecer ambas obras, sin solución de continuidad entre ellas,
yuxtaponiéndolas, como si contemplásemos dos obras pictóricas de
distintas épocas, alimentando en la mente y los sentidos del espectador
la honda impresión (y hasta conmoción, diríamos) que ambas generan.
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